viernes, 1 de abril de 2011

EL CINE A LA CARTA

Durante esta semana se ha celebrado la CinemaCon en la ciudad de Las Vegas. En esta fiesta son los dueños de las salas de cine los que se sientan en sus butacas para ver cuáles serán los próximos estrenos de Hollywood mientras, en un intento de vender sus películas, se intenta mostrar la mejor cara de un cine que en el último año ha perdido 500 millones de dólares en taquilla.

La celebración no ha quedado exenta de polémica. Cuatro de las grandes, los estudios Sony, Warner, Universal y Fox, confirmaron en un comunicado su intención de poner en marcha entre abril y mayo una fórmula de vídeo on demand (a la carta) para ofrecer películas de estreno en el confort del hogar sesenta días después de su estreno en los cines.

Las reacciones a favor y en contra no han hecho nada más que empezar. Por su parte, los exhibidores, en otro comunicado sentenciaron: “Los estudios han tomado su decisión en lo que creen su mejor interés. Los exhibidores harán lo mismo”. Una película suele estar en cartelera unas ocho semanas, pero el plazo para que salga cualquier oferta en DVD u otro formato suele ser de cuatro meses con el fin de que se puedan obtener beneficios ya que si alguien quiere ver la película, la única opción, obviando la piratería en Internet, es la de ir al cine. Por otra parte, los estudios siguen adelante con su propuesta ya que les aportará un gran beneficio económico.

El dardo ha sido lanzado y ahora queda por ver cómo reaccionarán los exhibidores ante esta amenaza a su negocio en crisis. Han comenzado amenazando con no exhibir en sus salas películas de estos estudios, pero ¿se arriesgarán a hacerlo? Creo que no.

Quizás la solución a esta crisis del cine no reside en que se oferten películas en DVD en un plazo corto de tiempo para poder verlas en el sofá, ni aferrarse a un cine en 3D para que sólo se pueda ver en la gran pantalla, cuando ya hay muchas televisiones que empiezan a hacerlo. Creo que lo que hay que hacer es adaptarse a los cambios y, si el problema es que las personas no vamos con tanta asiduidad al cine, ¿no será porque el cine se está convirtiendo en un artículo de lujo? ¿Realmente los estudios y las salas de cine perderían mucho dinero si bajaran el precio de las entradas? ¿No sería todo lo contrario? La solución parece que, en este momento, no la sabe nadie. El tiempo lo dirá.

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