Gloria Conde/ Ha vuelto a la gran pantalla, Scream 4, la cuarta entrega de una de las sagas de terror más taquilleras de los últimos tiempos. La película repite director, Wes Craven, y las caras protagonistas de sus anteriores películas: Neve Campbell, más sosa en su papel de lo que ya era habitual en ella, David Arquette, convertido ahora en el Sheriff de Woodsboro y Courtney Cox, la intrépida periodista, esta vez reinventada a sí misma gracias al bisturí.
Nadie dijo que las cuartas partes no fueran buenas y aunque Scream 4 ofrece más de lo mismo, la película sigue sorprendiendo en cuanto a la identidad del asesino. Los fans de Scream volveremos a desconfiar de todos los personajes, hasta que llegue el desenlace y se aclaren nuestras sospechas.
Sin embargo, como era de esperar, el móvil del asesino en cuestión es más rebuscado que nunca. Pero es precisamente lo que diferencia a Scream de otras películas de terror, en las que el asesino siempre es el mismo y el espectador lo sabe. Es el caso de las películas del ya emblemático Freddy Krueger o de Michael Myers, en la saga Halloween.
En cierto modo, el factor quién es el asesino, ha sido siempre una virtud de las películas de Scream y, prácticamente, la principal razón para seguir sentado en la butaca y ver esta cuarta entrega hasta el final, ya que la película desmerece mucho en otros aspectos.
Hay que reconocer que el principio de la película está muy bien, es original y rompedor por la ingeniosa trama de escenas que ofrece. La pena es que se han desaprovechado algunos escenarios del crimen, que podían haber fomentado más el suspense al espectador. En cuanto a los asesinatos, sin duda han sido los más sangrientos de todas películas de la saga y algunos han sido algo excesivos.
La clave de Scream 4 ha sido el humor, algo que no gusta a todos los aficionados al cine de terror. Algunas escenas han resultado muy paródicas y han causado más risas que miedo.
Como remate final, creo que Scream 4 ha aprobado su examen, porque no es tarea fácil reinventarse en una cuarta entrega de una saga y, con sus más y sus menos, la película todavía te mantiene con la misma incertidumbre que en la primera entrega.
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